El texto propone la lectura de las obras de Joaquín Torres García (1875−1949) y de la artista contemporánea brasileña Anna Bella Geiger por medio de un examen de sus procesos de composición, ambos asociados al procedimiento de la cartografía. La autora, Annateresa Fabris, afirma que el maestro uruguayo procuró crear, en América Latina, un arte que trascendiera el canon del arte de Occidente, participando así de la realidad universal del siglo XX, todo ello entablando un diálogo selectivo con los diversos lenguajes plásticos occidentales. Además, Torres García insinuaba un cambio respecto a la correlación de fuerzas entre continentes. Su rehechura del mapa de Sudamérica, ejemplificado con la inversión del norte geográfico, al mismo tiempo proponía una nueva concepción tanto del espacio como de la política; en otras palabras, inversión de la dependencia vía postulado universalista. Anna Bella Geiger, a su vez, parte de procedimientos que van afirmando la diferencia, la discontinuidad y el desplazamiento. Esto es, se vale de una cartografía consciente de la operación simbólica que se lleva a cabo. A juicio de Fabris, ambos se asignan el derecho de encajar —con concepciones artísticas diferentes en el campo del arte de la modernidad— “otro” punto de vista.