Al asumir el cargo de Director de la Escola Nacional de Bellas Artes, en 1930, el arquitecto Lúcio Costa provoca cambios radicales en la institución, al mismo tiempo que abre espacios para el nacimiento del arte moderno en Río de Janeiro, la entonces capital del Brasil. Entre otros efectos, el nombramiento viene a disminuir el poder de los académicos brasileños vinculados a ese importante centro de enseñanza. La 38ª Exposição Geral de Bellas Artes del año siguiente, 1931, se conoció particularmente como Salão Revolucionário por dos razones: por lo que implicaba en particular y, en segunda instancia, por el trasfondo de la Revolução Tenentista que desencadena Getúlio Vargas y que lo mantendrá en el poder casi un cuarto de siglo. Aceptando, de antemano, todos los innumerables trabajos inscritos, el jurado del mencionado Salão lo integraron los pintores Anita Malfatti y Cândido Portinari, Celso Antônio, el poeta Manuel Bandeira y el propio arquitecto. En el catálogo del evento se presenta, tan sólo, una lista completa del total de 674 obras incluidas, aunando la biografía de los participantes. En la clasificación asignada, las obras cubrieron pintura (1 a 507), escultura y grabado (508 a 636) y arquitectura (637 a 671).
Véase también, de Lúcio Costa, sus preocupaciones académicas respecto a una renovación en el programa-base para el curso de posgrado en el Instituto de Artes da Universidade do Distrito Federal, en “Razões da nova architectura” [doc. no. 1110344].