Julio Rinaldini crítica la exposición de artistas modernos en Amigos del Arte y sostiene que ésta disimula un estado de cosas inquietantes bajo un tono medio agradable: la pintura moderna no es la libertad sin control, asevera. El crítico defiende la necesidad de la disciplina rigurosa, de la prolija discriminación de los elementos constitutivos de la obra de arte y de una ponderación sistemática de los resultados. Rinaldini define a los artistas que participan de esta exposición como desorbitados, y amanerados, al no comprender el proceso lento de renovación de la pintura moderna. Proceso que, a su juicio, no debe tener un propósito deliberado sino ser un desarrollo evolutivo de la obra. Entiende el amaneramiento como una retórica vacía de sentido. De ese modo, analiza, en la mayoría de los casos negativamente, las obras presentadas al Salón, aunque reconozca la existencia de pintores de talento, lo que produce mayor inquietud sobre la situación de ese momento. Entre los artistas que menciona se cuentan a Raquel Forner, Pedro Domínguez Neira, Juan Del Prete, Horacio Butler, Raúl Soldi, Ernesto Scotti, Emilio Pettoruti, Antonio Berni, Onofrio Pacenza, Victor Pissarro, Laura Muhall de Girondo, Stella Morra de Cárcano y Miguel Carlos Victorica. 

La modernización de las artes en la Argentina tuvo, en la década de veinte, una de sus etapas principales. Posteriormente a los artistas vinculados a la revista Martín Fierro —Emilio Pettoruti (1892-1971), Xul Solar (1887-1963) y Norah Borges (1901-98)—surgen, hacia el final de la década, la acción de Alfredo Guttero (1882-1932), la de los Artistas del Pueblo con el grabado político social y la actividad local de los artistas formados en París: Aquiles Badi (1894-1976), Horacio Butler (1897-1983), Héctor Basaldúa (1895-1976), Raquel Forner (1902-88), Alfredo Bigati (1898-1964), Antonio Berni (1905-81) y Lino Enea Spilimbergo (1896-1964). 

Julio Rinaldini (1890-1968), destacado crítico de arte y ensayista de la primera mitad del siglo XX, que escribía para los principales medios periodísticos argentinos como La Nación y El Mundo. Participó en los debates sobre el arte moderno y, en un marco más amplio, sobre la cultura frente al totalitarismo; en este sentido fue colaborador de las publicaciones Argentina Libre, Cabalgata y Saber Vivir.  

A comienzos de los años treinta se produce un enfrentamiento entre dos polos. Por un lado, los artistas que defendían el arte político, impulsados por la llegada, en 1933, del pintor mexicano David Alfaro Siqueiros (1896-1974) cuyas figuras claves fueron Berni y Spilimbergo. Por el otro, aquellos que postulaban un arte puro de renovación formal, entre ellos Emilio Pettoruti, Butler y la mayoría de los artistas formados en la llamada Escuela de París. Sin embargo ambos cenáculos compartían la conciencia de ser artistas modernos frente al naturalismo de la academia.

El avance del nacionalismo en los años treinta obliga al cambio en la política de enfrentamiento del comunismo con los sectores liberales, socialistas y democráticos para construir alianzas antifascistas y antimilitaristas. Este documento presenta la creciente actividad de los “artistas modernos” a comienzos del año 1935, en un salón moderno autónomo del Salón Nacional, en continuidad de la política iniciada por Guttero. En su texto, Rinaldini presenta una voz crítica frente al desarrollo del arte moderno. 

Para el manifiesto de los artistas modernos, véase el registro no. 733845; para el catálogo de la exposición, véase el registro no. 733857, para la crítica al manifiesto de Julio Rinaldini, véase el registro no. 733926. 

Recorte de archivo.