“Alberto Pérez” es el título con el que focaliza directamente Francisco Brugnoli (n. 1935) a un participante medular en la historia académica, didáctica y política del arte en Chile. Escribe sobre este artista nacido en 1926 con motivo de la retrospectiva Alberto Pérez Pintura-dibujos- grabados, realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes (Santiago, 2003). La exposición constó de sesenta obras; muestra de tributo póstumo, ya que el creador y profesor había fallecido años antes (1999).
Alberto Pérez fue un artista e historiador del arte, cuya formación inicial fue en literatura en la Universidad de Chile, mientras en paralelo estudiaba pintura y dibujo en la Escuela de Artes Aplicadas. Obtuvo un doctorado en Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid (titulandose en 1957), luego fue docente en historia del arte en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile. En el año 1961 inició una serie de pinturas llamada El tiempo y el muro en la cual incorporó, por primera vez, materiales extrapictóricos e hizo visible y denso el óleo sobre la tela. Junto con Eduardo Martínez Bonati (n. 1930), Gracia Barrios (1927-2020) y José Balmes (1927-2016) dieron origen al Grupo Signo, caracterizado por reaccionar críticamente ante la tradición pictórica chilena. Convergen en la agrupación los impulsos convulsivos de la década del sesenta, los cuales enfatizan su compromiso político incuestionable: la invasión norteamericana en Santo Domingo (1965), la Guerra de Vietnam (1955-75) o las consecuencias radicales de cambio de perspectivas traídas por la Revolución Cubana a partir de 1959. El grupo no representó un movimiento en sí puesto que cada integrante desarrollaba sus propios postulados formales en la realización de sus obras; no obstante, exponían sus obras colectivamente compartiendo una postura política que también involucraba al sentido del arte [Para un mayor enfoque en torno al Grupo Signo escrito por el propio Pérez, consúltese en el Archivo Digital ICAA “Presencia del Signo” (doc. no. 751514)].
A mediados de los sesenta y como proyecto personal, Alberto Pérez comenzó a rehacer el sistema constructivo del cuadro, según define el historiador Gaspar Galaz, al dar inicio a su serie Barricadas (1964-85). Dicha “deconstrucción” consiste en hacer que la tela desaparezca, ocultándola como soporte, a través de maderas usadas, cajones de frutas o tabiques entre los que quedan espacios intermediarios que permiten entrever imágenes, arpilleras y manchas de pintura. Lo que denomina la serie es un elemento intrínseco a las protestas —ya sea procurando cortar el paso o bien marcando distancia— que definen esos años combativos. Tales obras niegan el cuadro al presentarlo como un objeto puesto sobre el muro, que además alude a la situación política de entonces. Algunas de las imágenes que incluía eran, por ejemplo, la foto de un niño con las manos en alto en señal de rendición o bien de la imagen necrológica del Che Guevara.
Además del trabajo docente de Pérez que marcó a generaciones de artistas, su obra aportó una innovación formal inédita por su compromiso político. Pérez fue un protagonista importante dentro de la organización cultural de resistencia a la dictadura pinochetista en Chile (1973-90). A pocos años del Golpe Militar, en 1977, inauguró junto a otros artistas el Espacio Siglo XX dedicado a la cultura y entre cuyos intereses se permitía la convergencia ecléctica de artistas de diversas disciplinas reunidos en el marco de encuentros y conferencias.