“La función del video” (1980), texto escrito conjuntamente por C.A.D.A. (Colectivo Acciones de Arte), activo durante el ápice de la dictadura militar en Chile, fue distribuido mano a mano. En él dan cuenta del papel que cumple el video en su trabajo. Los integrantes del C.A.D.A fueron: Lotty Rosenfeld (1943–2020) y Diamela Eltit (n. 1949), escritora; el artista Juan Castillo (n. 1952); el sociólogo Fernando Balcells (n. 1950) y el poeta Raúl Zurita (n. 1950). Se caracterizó por propuestas de obra cuyo soporte fue la ciudad de Santiago y espacios artísticos. Inicia sus actividades con Para no morir de hambre en el arte (1979), la cual contó con varias acciones simultáneas, realizadas en un barrio popular de la ciudad de Santiago, en el exterior del edificio de la ONU, en la Galería de Arte Centro Imagen y a través de un inserto referido a la acción en la revista HOY. C.A.D.A. convocó a otros artistas para involucrarse en su propuesta. Esta acción múltiple inaugura una plataforma de trabajo colectivo y desplegable en distintos lugares, institucionales o no, bajo diversas estrategias.
Este documento refleja un procedimiento fundamental de “hacer obra”: registrar las acciones para luego dar forma a piezas de videoarte acumulables a la acción. Entre ellas, habrá de mencionarse Para no morir de hambre en el arte; Inversión de Escena, correspondiente a la intervención en el frontispicio del Museo Nacional de Bellas Artes, mientras algunos camiones de leche recorrían la capital; ¡Ay Sudamérica!, intervención en la cual se utilizaron seis avionetas sobrevolando Santiago para lanzar 400.000 panfletos; No +, nombre de su convocatoria para intervenir los muros de Santiago con esta consigna y, de hecho, un mensaje abierto de protesta explícita ante el régimen autoritario. Este mismo procedimiento, donde se funden registro y obra, fue rearticulado por el grupo en sus trabajos individuales.
Durante la década de ochenta, el video cobró relevancia en el campo cultural y su desarrollo estuvo marcado por el video documental, aquel que testimonia la realidad y los acontecimientos; el video-ficción, cuyo desarrollo argumental narra una historia; y el videoarte, herramienta que permitió la experimentación en artes visuales. Los Festivales Franco-Chilenos de Videoarte tuvieron alcance internacional como espacio de difusión y discusión con representantes de las tres tendencias. [Para mayor información sobre este tema, consúltese, en el Archivo Digital ICAA “Contra el pensamiento teorema: Una defensa del video” (doc. no. 748696), texto escrito por Nelly Richard].