Durante la década de ochenta, el resurgimiento de la pintura —la denominada “nueva escena”, compuesta por Jorge Tacla, Bororo, Samy Benmayor, entre otros— surge como reacción a los lenguajes experimentales y conceptuales de la Escena de Avanzada, la cual había irrumpido en el ámbito del arte chileno como crítica y oposición a la dictadura militar operando desde el espacio público planteando conceptos diversos frente a la sociedad. En abierta oposición por no decir antagónica, el reposicionamiento de la pintura trajo de vuelta la estética del cuadro (efecto ventana de antecedentes renacentistas) y la valoración del objeto artístico, algo que ingresaba al circuito de galerías en su búsqueda por reactivar la economía tras la desolación mercantil que trajo el aspecto “invendible” de la obra conceptual.
Lo que sucedía era el movimiento opuesto al “fuera del cuadro” que iniciaron Brugnoli y Errázuriz a inicios de los setenta, al introducir el objeto cotidiano a las artes visuales en Chile y sentar las bases del posterior formato “instalación” al que pertenece Paisaje (Galería Sur 1983). Dicha exposición responde a ambas escenas (la Avanzada y la nueva), tanto como intento de exteriorización del espacio interior (o cubo blanco) de la galería o bien como reivindicación de un origen que se remonta a los primeros trabajos objetuales. [A propósito de esto último, ver “Berlín-Berlín: ¿Dónde estoy?” escrito por Brugnoli mismo (doc. no. 736090)].