Juan Calzadilla cofundó el grupo de vanguardia El Techo de la Ballena (Caracas, 1961-68) y estuvo fuertemente involucrado en la Sala Mendoza desde su creación. Él argumenta que galerías pequeñas como la Sala Mendoza fueron instrumentales en el desplazamiento de la atención pública de las grandes instituciones y el Museo de Bellas Artes en Caracas. Esta institución apoyaba la Escuela de Caracas, que era la arteria principal de la expresión artística en Venezuela y que era principalmente figurativa. Calzadilla presta especial atención a las fuerzas transaccionales que moldearon la escena de arte de Caracas, particularmente la influencia de Los Disidentes, un grupo internacional formado en 1950 en Paris y cuyos miembros venezolanos facilitaron la extensión del arte abstracto y concreto. También remarca el rol de la colaboración y participación del arte en Venezuela entre 1957, hasta mediados de los años 60, mencionando el diseño de la Universidad Central de Venezuela en los años 40 por parte de Carlos Raúl Villanueva, que incorporaba la obra de 28 artistas de vanguardia, creando un marco de actuación que integraba las artes con el espacio urbano que caracterizaría los años sesenta en Venezuela. Otra fuerza estructural fue el cambio de los centros de arte contemporáneo avanzado de Paris a Nueva York, lo cual facilitó la extensión de movimientos como el arte óptico, arte pop y el arte conceptual en Caracas. [Para más información sobre el proyecto de Villanueva, véase el archivo digital ICAA (doc. no.864316). Para más escritos de Calzadilla sobre el cambio de escena artística de Caracas, véase (doc. no. 865589)].
La narrativa de la historia de arte de Calzadilla para este periodo es en forma de red, centrándose en instituciones como las galerías que actuaban como órganos del arte avanzado. Él utiliza el modelo de la “sala”, o cuarto viviente, como marco para entender el arte de este momento. Como colaborador con muchos de los artistas mencionados en este artículo y como figura central de la escena del arte y la literatura, la perspectiva de Calzadilla resulta extremadamente valiosa. Su visión desde dentro sobre las relaciones entre los salones de los museos, los jurados de las exposiciones y las galerías emergentes, por ejemplo, está basada en observación directa; una sección contiene varias anotaciones de las aproximaciones de artistas para la creación de potencial publicitario. Para la visión de Calzadilla, está claro que la aprobación de grupos de vanguardia como Los Disidentes fue vital para la supervivencia de los artistas de finales de la década de los años 50 en adelante; la mayoría de los artistas puramente académicas fueron ignorados por los críticos pese a su fama y los honores recibidos. Los lectores tienen un sentido particularmente fuerte de la Sala Mendoza y sus descendientes, en relación a la historia del arte venezolano, así como hacia las revisiones de valor que tuvieron lugar.