La relación de Joaquín Torres García (1874–1949) con la alumna brasileña-uruguaya Rosa Acle (1916–90) —al igual que la que tuvo con Amalia Nieto (1907–2003)— fue un vínculo de confidencialidad traído a la luz por la correspondencia entre ambos. De acuerdo a esta primera carta a la misma destinataria, se relata, con cierto detalle, actitudes de trabajo de algunos de sus más conocidos discípulos [véase la segunda misiva enviada por JTG a la señorita Acle en el archivo digital ICAA (doc. no. 1263926)]. JTG confiesa su “cansancio” por las conferencias dadas hasta ese entonces, cuya cantidad superaba ya las cuatrocientas. Por otra parte, anhela tener una casa en las afueras de Montevideo para hacer cerámica, tallado de piedras y de objetos de cuño estructurado (“¡más constructivo que nunca!”, anota en la carta). Parece encerrarse en su propio mundo y le confiesa a la destinataria que ni siquiera asistirá a la muestra de pintura impresionista que viene de Europa, vía Buenos Aires. Revela la finalización de su Monumento Cósmico, instalado en las cercanías del Museo de Bellas Artes de la capital uruguaya, en plena vía pública, inaugurado tres días después de la fecha de la carta. Critica los salones oficiales, a los artistas premiados y a las exposiciones realizadas en el espacio municipal. Dentro de ese desorden de noticias, hay un dato significativo: su “descubrimiento”, en 1939, del trabajo de un médico e historiador brasileño, cuyos estudios establecen coincidencias con la idea torresgarciana de una tradición milenaria del saber. Esta es expresada vía signos de carácter universal. El libro en cuestión es A Escripta Prehistórica do Brasil de Alfredo Brandão (1874–1944), quien considera las escrituras (signos, ideogramas) prehistóricas del estado de Alagoas (noreste brasileño) como la matriz más antigua de todas las escrituras, madre de una lengua universal rupestre, coincidente en todo el mundo con una cierta etapa de la evolución cerebral de la especie humana. Dicho libro parece haber alimentado el entusiasmo indoamericanista que JTG y sus allegados comparten en esos años (Metafísica de la Prehistoria Indoamericana es de ese mismo año, 1939), así como la idea de una “antigüedad universal” correspondiente a lo que el maestro uruguayo solía llamar la “Gran Tradición del Hombre Abstracto”.