Desde mediados de los setenta, el artista uruguayo Yamandú Canosa (n. 1954) reside en Barcelona. Sin embargo, durante su infancia, y parte de su juventud, vivió en Montevideo, en un barrio donde la referencia visual ribereña (de inmensidad casi marina) era cotidiana. Sus estudios de arquitectura, y las vinculaciones familiares con artistas plásticos —entre ellos, Miguel Ángel Pareja (1908–84)— así como con poetas, Amanda Berenguer (1921–2010) en lugar preferencial, sumados a la propia experiencia de desplazamiento geográfico, lo han transformado en un referente reflexivo en torno al paisaje, ya sea como sustrato subjetivo o bien como conformador colectivo de identidad. Canosa genera complejas narrativas a través de nexos y diferencias culturales, éticas, políticas, en sus poéticas visuales (nutridas de material fotográfico, pinturas y dibujos). El conjunto de su trayectoria artística se sostiene sobre una matriz que interpela otras disciplinas de debate actual: la antropología y la historia de las mentalidades, entre ellas. Desde su campo plástico, se dirige hacia donde discurren distintos idiomas comunicativos; cierta gramática visual referida a la línea del horizonte; esta, entendida en su doble connotación de renglón divisorio y de ensoñación metafórica, la cual se dibuja, de manera persistente, en el paisaje costero de Uruguay. Desde un lugar muy personal, su obra aborda la problemática de la memoria, de la identidad, de las migraciones, y de la construcción de “sentido” a través de una mirada en tránsito.
[Como lectura complementaria, véase en el archivo digital ICAA la entrevista de Rosa Queralt sobre la obra de Yamandú Canosa, “Acerca de la letra h [entrevista a Yamandú Canosa]” (doc. no. 1247647)].