En América Latina, a partir de la década de los sesenta, los movimientos sociales iban adquiriendo mayor importancia al promover organizaciones y agrupaciones de artistas e intelectuales. En esa época, algunos artistas uruguayos como Clemente Padín (n. 1939) comprendían el arte como “mecanismo de acción” en defensa de los derechos humanos. A partir de su práctica, la acción artística se convirtió en una herramienta para la reflexión y la resistencia contracultural y contra-informativa. Aunados a Padín desde 1965, Héctor Paz y Juan José Linares se hicieron llamar Los hachepientos y editaron la revista Los Huevos del Plata (1965–1968) procurando contrarrestar el “monopolio editorial” liderado por la Generación del ‘45 uruguaya, antes mencionada. El grupo publicó 16 números a lo largo de tres años con el propósito de rechazar las actitudes que, a su juicio, eran hegemónicas en la literatura y el ámbito cultural que predominaba en Uruguay en el momento. El objetivo básico era indagar nuevas tendencias poéticas experimentales, tales como el espacialismo, el concretismo, la poesía visual. Durante esa época, en el panorama literario internacional se generó una nueva red de revistas literarias de neovanguardia. El objetivo de estas revistas y publicaciones poéticas —Los Huevos del Plata (Uruguay), El Corno Emplumado (México), El Caimán Barbudo (Cuba), El Techo de la Ballena (Venezuela) o La Pata de Palo (Argentina), entre otras— era mejorar el entendimiento entre pueblos latinoamericanos que estaban cargados de prejuicios y se desconocían entre ellos. La creación de una red de poesía latinoamericana favoreció a una comprensión mutua y un acercamiento cultural entre los pueblos de la región. [Véase en el archivo digital ICAA: “Los hachepientos del '68” de Alfredo Torres (doc. no. 1240628)].