Siendo un movimiento internacional de intercambio cultural y de crítica política a través del medio postal, el Mail Art (Arte Correo) opera con piezas postales que incluyen obra gráfica despreocupándose de las alteraciones que el propio transporte pudiera ocasionar a las obras. Se recurre a una modalidad artística que desmitifica mecanismos de creación, devolviendo a la sociedad un instrumento propio de interrelación. La “no-devolución”, así como la “no-comercialización del arte”, son requisitos básicos que caracterizan al Mail Art como medio de comunicación y transmisión. Padín explica: “En términos de ciencias de la información diríamos que la innovación del Arte Postal es la novedad del ‘canal’ de transmisión que con sus características propias tiñe el mensaje enviado y lo altera con su ruido […] la novedad reside en el planteo comunicacional, en relación persona-persona a través del correo que se manifiesta como revolucionaria frente a la falsa comunicación o monólogo de los medios de comunicación masivos”. En general, los artistas postales procuraron que las piezas enviadas fueran exhibidas en instituciones auspiciantes para sus propias movilizaciones. Al igual que el grupo Fluxus pretendía hacer un uso distinto de los canales oficiales del arte, el Mail Art buscaba la índole interdisciplinaria así como la adopción de medios y materiales procedentes de diversos campos. En el Río de la Plata, comenzó a gestarse hacia 1969, difundiéndose mediante intercambio postal y una intensa red de revistas alternativas latinoamericanas como, entre ellas, la uruguaya OVUM 10 (1969) y la mexicana El Corno Emplumado (1962–69), dirigida por Sergio Mondragón y Margaret Randall, que le antecede.
[Para más información, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos de Clemente Padín: “Dictadura o clamoreo en el Uruguay” (doc. no. 1240688) y “La Performance desde la perspectiva Latinoamericana” (doc. no. 1240733)].