La medida de ocupación llevada a cabo por los artistas plásticos en Montevideo, en agosto de 1963, repercutió en la prensa local y a la vez promovió múltiples estrategias de difusión pública como comunicados, búsqueda de apoyos de otras agremiaciones culturales, ejecución de carteles, panfletos y demás. Esto fue generando un movimiento que, si bien comenzó como protesta frente a un jurado conservador nombrado por autoridades políticas, se convirtió rápidamente en el primer ensayo general de nucleamiento militante de todas las disciplinas artísticas. Los volantes exhibían, en general, un formato especial: mensajes repetidos en un encuadre de informaciones que cambiaban en el centro. Dos o tres consignas se reiteraban como plataforma constante del conflicto: la necesidad de informar al pueblo, desde intereses artísticos y cívicos, sobre sus posturas antioficialistas; y particularmente, una conducta que identificaba a un arte comprometido con “el día de hoy”. Este énfasis hacia el presente se observaba a través de vinculaciones plásticas e ideológicas internacionalistas, aunque siempre en conjunción con “situaciones locales”. Los artistas, muchas veces avalados por premios y reconocimientos del exterior, sentían que no eran reconocidos de la misma manera en su propio país. Se afirmaban desde afuera, a la vez que ironizaban sobre un medio oficial local que, a su juicio, carecía de condiciones intelectuales para valorar su obra. Los artistas “rebeldes” ponían en evidencia el estar al día con el internacionalismo artístico frente al pasatismo estatal. [Para más información, véanse en el archivo digital ICAA los siguientes textos: (de autor desconocido) “Subte ocupado. Pobres jurados y falsas oposiciones” (doc. no. 1230861); del editor del Grupo Toledo Chico “El XV Salón Municipal de Artes Plásticas” (doc. no. 1193049); y de Germán Cabrera et. al. “La ocupación del Subte” (doc. no. 1230840)].