Este ensayo del crítico venezolano Luis Enrique Pérez-Oramas (n. 1960) se escribió a propósito de la exposición de óleos de Juan Iribarren (n. 1956) en la Galería Clave de Caracas, en 1991. Este pintor podría ser considerado, en Venezuela y bajo la mirada de una crítica apresurada, un caso de anacronismo en las artes plásticas de su tiempo, sitiadas, a escala nacional en su gran mayoría, por lenguajes y técnicas audiovisuales. Sin embargo, en este texto, el autor resalta tanto la modernidad en el discurso pictórico de Iribarren como la inscripción de su obra dentro de un estudio y conocimiento profundo, formal y reflexivo de la tradición pictórica en ese país. De algún modo, el presente documento podría considerarse como defensa de la elección y voluntad estética de este artista.
Importa, aquí, el juicio sobre Iribarren formulado por el crítico, así como su perspectiva sobre el desarrollo, continuidad y ruptura en el historial de artes plásticas venezolanas contemporáneas; aquí, Pérez-Oramas esboza el comienzo de una tesis que desarrollará a cabalidad en el ensayo que acompaña la exposición La invención de la continuidad (Caracas, Galería de Arte Nacional, 1997; véase el texto mencionado en [doc. no. 1101838]).
Hay una lectura complementaria a la obra de Iribarren que Pérez Oramas denominó “Que los cuadros canten” [doc. no. 1160315].