De los tres capítulos del libro de Manuel Quintana Castillo Cuadernos de pintura se ha tomado, del capítulo III, el texto “América y el arte” donde se expone la controversia entre partidarios de un arte americano, frente a los que apoyan un arte universalista. A su parecer, ambas maneras de ver el asunto son erróneas, pues los prejuicios que arrastran obvian la necesidad de un acento propio de parte del artista. Señala, inclusive, que América debe ser vista como una nueva realidad, con características particulares, por lo que el artista latinoamericano tiene la oportunidad de apoyarse en este referente para construir una singular tradición.

El artista plástico Manuel Quintana Castillo (1928–2016) recopila en su libro Cuadernos de pintura (1982) un conjunto de ensayos donde analiza, critica e interpreta aspectos de índole estética, conceptual, técnica, formal e histórica, los cuales se involucran en la teoría del arte, la historia de las culturas y la evolución de ciertos movimientos artísticos y personalidades que marcaron el devenir del arte moderno, tanto en América como en Europa. El material aquí reunido constituye una pequeña muestra del aporte intelectual que acompaña su labor artística desde 1955, reflejando parte de los intereses creativos que entonces defendía. En el texto “América y el arte”, Quintana Castillo reflexiona acerca de la histórica controversia entre la defensa de un arte propiamente americano o la aceptación del universalismo en el campo. Ante tal disyuntiva, toma partido por la necesidad de que la expresión y búsqueda individual del artista debe constituir la plataforma donde se realice su propia trascendencia. Dicho objetivo, a su parecer, sólo puede ser cumplido si se es sincero con el oficio, lo que requiere un altísimo grado de consciencia y compromiso con las propias angustias y obsesiones; el propósito es asumir, sin ataduras, los riesgos que el trabajo creador involucra. Era 1965 cuando escribió; estaban en auge la Nueva Figuración y el informalismo como alternativas que ganaban espacios ante la “estética abstracta”, considerada entonces como lenguaje oficial; dicho sea de paso, estas dos corrientes ocuparon la atención de la crítica y del público, en Venezuela, durante las décadas de los sesenta y setenta. A su vez, Quintana Castillo formuló sus críticas, frente a ambos estilos, entre finales de los setenta y principios de los ochenta, no obstante que su trabajo plástico haya comulgado (indirectamente) con el informalismo hasta 1963.

[Además, véase en el archivo digital ICAA los dos otros textos del capítulo III del libro Cuadernos de pintura: “Reflexiones sobre el constructivismo” (doc. no. 1156254) y “Expresionismo y abstracción” (doc. no. 1156218)].