Nacido en Arequipa, el músico y escritor Juan Ballón fue en su juventud un entusiasta adherente al ideal renovador de las vanguardias. En 1929, publicó “Carácter y tendencias de la revolución vanguardista” en la prestigiosa revista limeña Mundial, texto donde se subrayan los nexos entre vanguardismo y revolución. Siendo una reflexión general, el artículo sugiere que algunos desarrollos artísticos locales implican ya una actitud política progresista. Un año después, Ballón abordó el mismo tema en otro contexto, transformado por el fin de la dictadura de Augusto B. Leguía (1919–30) a manos de una revolución comandada por el teniente comandante Luis Sánchez Cerro (1889–1933), quien delegó el poder a una Junta de Gobierno encargada de convocar a elecciones. Leguía se caracterizó por una política populista y tolerante, pero su caída exacerbó las demandas sociales que incluían una reforma universitaria, cuyo centro de actividad era la Universidad de San Marcos (en Lima). Como muchos otros intelectuales, Ballón vio en este clima de agitación social y de renovación plástica —vinculado por él a una agenda estrictamente nacionalista— el preludio a la revolución política. No es casual que el triunfo electoral del candidato conservador, el propio Sánchez Cerro (asesinado dos años después), coincidiera con el repliegue o desaparición de los escasos movimientos de la vanguardia local. De hecho, una de las primeras medidas castrenses fue ordenar el cierre de la Universidad de San Marcos (sólo reabierta en 1935). [Véase también en el archivo digital ICAA el artículo “Acotaciones: la influencia revolucionaria en nuestro arte. Maestros nuevos y nacionalización artística”, por Juan F. Ballón (doc. no. 1151297)].