Considera el autor que pocas veces se ha hecho un acto de tanta justicia, ya que José Sabogal no es un candidato improvisado sino un esforzado pintor. A ello se suma su “peruanidad auténtica” expresada en lo que José Eulogio Garrido juzga ser una espiritualidad fervorosa a su oficio, una pintura de cepa que no se había concebido antes en el Perú. Expresa Sabogal facetas fascinantes, capaces de ilustrar la inutilidad aniquilante de la manía extranjerizante. Asimismo, indica el autor, el artista no ha pintado indios ni paisajes como “motivos exóticos”; invirtiendo el lugar común de dicha tendencia, “los pinta de adentro para afuera”; es decir, su arte es hondo y sustancial, escapando así de lo periférico. Pronostica nuevos bríos para alcanzar éxito en la escuela que dirige y solicita al Estado peruano que ponga en sus manos los medios necesarios para tal fin.

Nota del escritor y periodista peruano José Eulogio Garrido, quien firma con la sola inicial de su apellido, en el diario La Industria de Trujillo, en el norte peruano, con motivo del nombramiento de José Sabogal, fundador del indigenismo pictórico, como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes (Lima, junio de 1933). El nombramiento de Sabogal no alcanzó repercusión en la prensa, debido a los dramáticos acontecimientos políticos que tenían lugar en esas fechas: investigaciones relacionadas con el asesinato del entonces presidente del Perú, Luis Miguel Sánchez Cerro (abril), y la consiguiente toma de mando del general Óscar R. Benavides, quien gobernó hasta 1939. Existe otro texto de Garrido sobre la ENBA bajo el título “José Sabogal y la Escuela Nacional de Bellas Artes” [véase en el archivo digital ICAA (doc. no. 1140720)].

José Eulogio Garrido (1888–1967) fue un reconocido escritor y periodista nacido en Huancabamba (Piura) que realizó una importante actividad intelectual en Trujillo. Fue redactor del diario La Industria de esta ciudad (desde 1910) y su director (1929–46). Formó parte del Grupo Norte junto a destacados jóvenes intelectuales y artistas del norte peruano como, entre ellos, Antenor Orrego (1892–1960), Alcides Spelucín (1895–1976), César Vallejo (1892–1938), Juan Espejo Asturrizaga (1895–1965), Macedonio de la Torre (1893–1981) y Víctor Raúl Haya de la Torre (1895–1979). Editó las revistas El Iris (1913) y Perú (1921–22) de Trujillo, y entre 1927 y 1929 colaboró en la revista Amauta de Lima, organizada por José Carlos Mariátegui. Posteriormente fue nombrado director del Museo Arqueológico de la Universidad Nacional de Trujillo (1949–63). Su obra literaria, bajo una evidente influencia de las propuestas indigenistas de la época, se dedicó a expresar su admiración por los paisajes y culturas septentrionales peruanos; resaltan sus crónicas publicadas en La Industria y sus libros Visiones de Chan Chan (1931); Carbunclos (1946); y El Ande (1929 y 1949), ilustrados por Camilo Blas y Sabogal. Fue un declarado admirador y amigo de este último como evidencia el presente texto, además de diversos artículos que publicó a lo largo de la década de 1920.