Este ensayo de Juan Ríos analiza la muestra de pintura francesa De Manet a nuestros días, en la Municipalidad de Lima, a inicios de la década de los cincuenta. Para su interpretación, hace una esquemática reseña de los orígenes de la modernidad artística en Francia, centrándose en la obra de Manet. Vista como consecuencia inevitable de la aparición de la fotografía, la grandeza de esa obra reside en redimir “lo que aún podía salvarse” de la herencia cultural europea. Sin embargo, desarrollos posteriores desembocaron en un “purismo no-figurativo” al borde de la saturación. A su juicio, y sin obviar los logros del arte moderno, “la próxima tarea de la pintura consiste (…) en la creación de un nuevo realismo”, o sea, un “realismo transfigurado”. Aunque aprecia en la muestra la “victoriosa supervivencia” del espíritu francés, lamenta ausencias “inexcusables” (Van Gogh, Gauguin, Cézanne), así como la representación inadecuada de otros (Manet, Monet, Picasso). En suma, la exposición se reduce a “huecas audacias decorativas” e “incoherentes contorsiones para asombrar a los burgueses”. Si la pintura contemporánea francesa es síntoma de una cultura de posguerra en declinio, habría que evitar que los “[latino] americanos” la tomen por “lo que tiene de artificial, senil y decadente”.