La exposición De Manet a nuestros días, organizada por el crítico francés Gaston Diehl (1912–99) e itinerante por varios países sudamericanos, permitió, por vez primera, la confrontación directa del público de la capital peruana con un conjunto amplio de obras que pretendía trazar génesis y actualidad de la modernidad pictórica francesa. Tal circunstancia forzó a la crítica local a tomar posiciones ante el proceso evolutivo de las vanguardias, resumido por la muestra de manera bastante desigual. La discusión resultante ofrece un interesante preámbulo a la nutrida polémica sobre el arte no-figurativo, asunto que dominó la discusión artística a lo largo de la década de los cincuenta.
En el debate de esos años, hay que destacar los argumentos principales de una izquierda intelectual representada por los escritores Juan Ríos (1914–91) [véase en el archivo digital ICAA, “A propósito de la exposición de pintura francesa contemporánea” (doc. no. 1138917)] y Jorge Falcón (1908–2003), para quienes el reconocimiento de los logros formales en el arte contemporáneo no impide la denuncia exaltada tanto del “formalismo” como de la no-figuración, ambos siendo síntomas del supuesto decadentismo burgués (e incluso generalizado en Europa). Algo que, a juicio de ambos escritores peruanos, se extendía también a intelectuales progresistas antagonizados con el PCF (Partido Comunista Francés), tales como André Malraux (1901–76) y Jean Paul Sartre (1905–80). La solución sugerida para este conflicto, en su opinión, es la del compromiso social (a la manera del muralismo mexicano) y ciertos momentos picassianos (por ejemplo en Guernica). La respuesta más significativa a esos enfoques le correspondió al poeta y artista César Moro (1903–56), quien asume la defensa del cosmopolitismo, aunque critique la muestra por lo que considera su escaso rigor y falta de compromiso con la renovación y ruptura en la plástica moderna.