Capítulo VI de El Nuevo indio, libro de José Uriel García, donde se definen los conceptos de “incanidad” y “indianidad”. Con la llegada de los españoles, explica el autor, “tuvo fin la historia de los incas y con ella la vida incaica... más lo inmortal fue la indianidad”. Lo incaico, por lo tanto, sería una forma concreta en que se convirtió la indianidad, mientras lo indiano implica una posibilidad o un potencial. El autor critica todas aquellas posturas que plantean volver a la etapa histórica del Incanato, a pesar de los cuatro siglos de influencia occidental que nos han oprimido pero también configurado. A su juicio, no puede haber originalidad en la imitación, proponiendo, entonces, que la indianidad se produzca bajo otro lenguaje acorde con los tiempos. Critica asimismo que se considere a los indígenas actuales como “incaicos”, ya que se trata de pueblos mestizos, que han ido renovando sus costumbres originarias con otras posteriores, adquiriendo una conciencia diversa. García postula que, en un sentido más amplio, el concepto de “indianidad” es tan abarcador como la tierra y sus vínculos, más allá de características raciales específicas. A su juicio, existen dos indianidades: la primitiva, forjadora del incanato y de su debacle, y aquella otra que encarna en un “espíritu americano” integrado.