Entre las décadas del veinte y del cincuenta se desarrolló en el Cusco una segunda variante del movimiento indigenista; fue denominada “neoindianismo” en alusión al título del libro de José Uriel García, su principal ideólogo, El nuevo indio. Se contrapuso a un anterior indigenismo “incaísta” liderado por Luis E. Valcárcel, cuyas propuestas fueron plasmadas en su libro Tempestad en los Andes (1927). Mientras éste sostenía que la verdadera identidad nativa y la cultura indígena contemporánea debían verse como vestigio de lo incaico, García propuso que “lo andino” debía ser visto como una realidad innovadora, producto de la fusión de elementos autóctonos e hispanos. La teoría nacionalista del libro consta de tres partes: “El indio antiguo”, “El nuevo indio” y “El pueblo mestizo”, los cuales, bajo una postura evidentemente idealista, postulan la conformación de “lo indio” en los diferentes períodos de la historia peruana. En el prólogo se señalan las bases propuestas, destacando el anhelo de descartar del determinismo étnico a favor de una conciencia histórica y social. La primera edición data de 1930; hubo una segunda versión (1937, corregida) y finalmente, pese a reconocer diferencias ideológicas, Valcárcel lo reeditó (1973) como edición póstuma con anexo y revisión (inconclusa) de García. En ella se revela la orientación teórica de sus últimos años vía planteamientos marxistas.
[Véase también en el archivo digital ICAA, el capítulo VI del libro El Nuevo indio (doc. no. 1136679)].