La contraposición que el crítico de arte Walter Engel (1908−2005) plantea en este artículo entre la figura humana en el arte europeo y en el latinoamericano reafirma la tesis que había esgrimido él en uno de los primeros artículos publicados en Espiral (revista del intelectual español, exiliado en Colombia, Clemente Airó), titulado “La pintura moderna tendrá dos polos en la posguerra” [véase doc. no. 1134710]. La tesis busca rescatar el valor y la madurez de la producción pictórica del momento en Latinoamérica, en esta ocasión en un género pictórico universal a todas las culturas. Para Engel, lo humano está relacionado con la tierra, la lucha por la vida, las emociones, la conciencia social y lo tropical, características presentes en el arte latinoamericano. Son ideas que había expuesto en su libro Problemas sociales en las artes plásticas [véase doc. no. 1094220].
Al reunir en un mismo texto a artistas de la generación americanista en Colombia —como Pedro Nel Gómez (1899–84), Ignacio Gómez Jaramillo (1910–70) y Luis Alberto Acuña (1904–84)— con representantes de una nueva generación que se distanció del muralismo mexicano y que dialogó con el abstraccionismo y el expresionismo vigentes en Europa —ejemplificados por Guillermo Wiedemann (1905–69), Carlos Correa (1912–85), Alejandro Obregón (1920?92) y Enrique Grau Araujo (1920–2004)— Engel agrupa distintos artistas. Eran pintores cuya obra conocía y había reseñado previamente para la Revista de las Indias, publicación del Ministerio de Educación Nacional, para la que escribía crónicas de exposiciones desde 1943, uniéndolos como artistas latinoamericanos. En opinión de Beatriz González (n. 1938), Engel incuestionablemente poseía “un espíritu conciliador que aceptaba el nacionalismo y aspiraba a la ecuanimidad” [véase “Marta Traba” en Pensamiento colombiano del siglo XX (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2007)].
Hijo de un fabricante textil austriaco, Walter Engel llegó a Colombia en 1938 huyendo del Anschluß (la anexión de Austria a la Alemania Nazi), tras haber recibido su formación artística y de historia del arte tanto en Viena como en París. Al mismo tiempo que trabajó en empresas de importación y exportación, participó activamente de la vida cultural colombiana escribiendo para revistas y diarios como El Tiempo, El Espectador, Revista de las Indias, Proa y Plástica. En 1965 abandonó definitivamente el país y se radicó en Toronto (Canadá), donde fundó en 1968 la Walter Engel Gallery y escribió artículos para la revista Art Magazine.