Tras su regreso de un viaje de año y medio a París, Alicia Tafur (n. 1934) presentó una muestra individual de doce esculturas en madera y metal en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá. Para entonces, ya había consolidado una exitosa carrera como artista, de la cual vale la pena mencionar su presencia en la Unión Panamericana en Washington, DC (1958), una mención de honor en el XIII Salón de Artistas Colombianos (1961) y el segundo premio en escultura del XIV Salón de Artistas Colombianos (1962).
El artículo de Amparo Hurtado no desarrolla con profundidad los aportes técnicos, estéticos y conceptuales de la obra de Alicia Tafur. A través de sus sucintas menciones al estudio de los materiales bajo la inspiración de formas de la naturaleza, se puede deducir que participó del creciente movimiento de pintores y escultores suscitado desde los años cincuenta. Estos artistas desarrollaron trabajos experimentales permitiéndoles interpretar el mundo a su alrededor y sus cosmogonías personales, mediante la depuración de formas y cualidades expresivas de los materiales empleados. En el caso de Tafur fueron recurrentes sus referencias tanto por la flora, las aves y la vida marina, así como por los temas relativos al cosmos y al espacio.
Sobre este documento, vale la pena considerar las palabras de la artista solicitando apoyo del Gobierno hacia los artistas mediante la conformación del Ministerio de Cultura, aunado a un programa eficaz de estímulos. Este pedido ofrece pistas sobre las condiciones de trabajo del medio artístico colombiano hacia mediados de la década de sesenta. El documento se complementa con el artículo sobre la misma muestra “No se debe esperar a que llegue la inspiración” [véase doc. no. 1133397].