La ceramista y escultora Alicia Tafur (n. 1934) participó del creciente movimiento de artistas suscitado desde los años cincuenta. Estos desarrollaron trabajos experimentales que les permitían interpretar el mundo que los rodeaba y sus cosmogonías personales mediante la depuración de formas y cualidades expresivas, inherentes a los materiales empleados. Para el momento de su exposición individual en la Biblioteca Luis Ángel Arango (abril de 1963) —sobre la cual trata el documento referenciado—, Tafur ya tenía una trayectoria. Había expuesto de forma individual en la Unión Panamericana en Washington, DC (1958); había recibido una Mención de Honor en el XIII Salón de Artistas Colombianos (1961) obteniendo, además, el Segundo Premio en escultura del XIV Salón de Artistas Colombianos (1962). Junto con otras artistas de su país, la escultora Feliza Bursztyn (1933−82) y las pintoras Judith Márquez (1925–94), Cecilia Porras (1920–71) y Lucy Tejada (1920?2011), Tafur integró una cuota de mujeres artistas que en la década de los cincuenta se posicionaron en el plano de las artes plásticas por sus propuestas de vanguardia.
El documento es significativo porque cita palabras de la propia artista, la cual revela su visión y perspectiva tanto sobre la creación artística como sobre las condiciones de trabajo en un contexto específico. Alicia Tafur reclama la activa participación de la mujer en la sociedad, debiendo integrar armónicamente su faceta doméstica y profesional; expone las dificultades creativas que por falta de apoyo estatal vive el artista en el contexto colombiano; y, finalmente, manifiesta su vivo interés por la reivindicación y promoción de las artes aplicadas a través de su taller conocido como Gruta del Arte.
El documento se complementa con el artículo sobre la misma muestra titulado “Escultora, ceramista y madre de cuatro niños” [véase doc. no. 1133413].