La periodista Gloria Valencia Diago presenta a Sonia Gutiérrez y comenta sobre su primera exposición individual en la Sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional, en Bogotá. La autora caracteriza a la joven artista —“go-go de pies a cabeza”—, la cual cursa aún el último semestre en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Además, señala los eventos colectivos de mayor importancia en los cuales ha participado desde el inicio de su carrera. Sobre los quince dibujos y diez óleos que componen la muestra, la autora explica que, en los primeros, reúne imágenes de interiores domésticos, pasatiempos al aire libre y retratos. Las pinturas son, en su mayoría, desnudos realizados “con modelo y con notoria habilidad”. Añade que, al contrario de muchos artistas, Gutiérrez pasó del “abstraccionismo” y la propuesta experimental hacia lo que define como “academismo”, a su juicio caracterizado por su “espontaneidad”. Por otra parte, advierte sobre la constante búsqueda de simplificación de las formas y comenta que los cuadros son “de tonalidades claras con predominio del violeta”. En su opinión, la mayor aspiración de Gutiérrez es “convertirse en una gran pintora” que promulga su admiración por los artistas como Beatriz González y Fernando Botero.

El presente artículo escrito por Gloria Valencia Diago (de Castaño) (1927?2011) (1) se concentra en la primera muestra individual de Sonia Gutiérrez (nac. 1947) en la Sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional, en Bogotá. La muestra se suma a un conjunto de certámenes en los que ella participó desde 1962 y en los cuales demostró su vínculo con una joven generación. A su juicio, a través del retorno a la figuración y el interés por los contextos de la cotidianidad urbana, esta renovó los valores plásticos establecidos por la generación precedente.   

La periodista recurre a definiciones del trabajo de la pintora que son ambiguas y con escaso desarrollado, además de hacer observaciones formales que no profundizan en la propuesta que Gutiérrez estaba poniendo en juego; sobre todo, en cuanto a su interés por el ornamento, la estética de la moda y los espacios de su tiempo. Valencia Diago ofrece datos históricos útiles para conocer los inicios de la trayectoria de esta artista, cuya obra ha sido poco difundida en investigaciones, proyectos curatoriales y editoriales. Entre estos datos, cabe reconocer la mención al Cuarto Premio en el III Salón Nacional de Pintura organizado por la empresa privada Croydon, en 1967, con la obra de título Dos cajoncitos de dos en dos, alzan la pata y dicen adiós. Vale la pena destacar los nombres de Beatriz González (nac. 1938) y Fernando Botero (nac. 1932) a quienes la artista dice admirar. Nombres que, aunque pertenecientes a momentos históricos distintos, comprueban la inquietud de Sonia Gutiérrez por las propuestas artísticas que —mediante la apropiación de escenas cotidianas— exploran elementos identitarios de aquella sociedad que integran. 

Entrada la década de los setenta, la propuesta de Sonia Gutiérrez cambió radicalmente hacia una actitud abiertamente política, interrupta, eventualmente, con su exilio del país a mediados de los noventa y el fin de su participación en el campo artístico local. Expone frecuentemente en Suiza en la actualidad.

Este documento se puede complementar con el artículo sobre la misma exposición, escrito por Germán Rubiano Caballero, reseñado para este archivo digital [véase doc. no. 1132096].