A pesar de su brevedad, esta nota periodística de obituario es relevante pues devela la carencia de conocimiento especializado sobre las prácticas artísticas contemporáneas con que los medios masivos de comunicación colombianos dan cubrimiento a eventos culturales. El texto demuestra la apartada posición que el mundo artístico mantiene respecto a la forma en que los hechos son registrados, haciéndose de la muerte de Álvaro Herazo (1942–88) un suceso de importancia por el cargo que este ocupaba como director de Bellas Artes en Barranquilla, mucho más que por su desarrollo como artista en la plástica nacional. De esta manera el texto ubica al lector (sin la suficiente información, referentes y explicaciones), convirtiéndose en una mera parodia a la teoría, historia y práctica de las artes en el país.
Los síntomas que demuestran la ligereza con la que se escribe sobre arte contemporáneo y sus prácticas, los cuales dejan en entredicho la labor de investigación informativa que prestan los diarios en el país a nivel cultural, se pueden ver en las siguientes frases citadas del texto: “Se distinguió en el campo del ‘Performance’, en los cuales él mismo actuaba” y“sus obras fueron durante un largo período de tipo conceptual. Realizaba mapas cuyas regiones intercambiaba con gran sentido del humor”. Las afirmaciones son reductoras, constriñendo las prácticas contemporáneas a posiciones temporales del artista; por otra parte, minimizan las obras a bromas de buen o mal gusto y desconocen elementos esenciales de las prácticas artísticas, llevándolos a afirmar la actuación como valor intrínseco al acto performático. Esto hace que la información se achate a tal punto como si no hubiese existido un discurso de importancia artística alrededor de la obra. Resulta cómico pensar en una posible redención de la figura del artista con la última línea: “Sus últimas obras eran unas acuarelas de tipo más tradicional”, que lo posicionarían ante un público que lo puede leer de manera más rápida y menos aguda dejando probablemente de lado la crítica institucional a la que Herazo apelaba. [Para más información, véase doc. no. 1100220].
Álvaro Herazo fue un artista plástico colombiano activo en el medio nacional desde 1960 (año en el que presentó su primera exposición individual) hasta 1987 con la exposición Mirador de las Ánimas en la Avenida del Arsenal en Cartagena, un año antes de su muerte. Participó en exposiciones como Arte de los años 80 en el Museo La Tertulia de Cali (1980), ARCO en Madrid (1983) y fue parte del Grupo 44 de Barranquilla junto con Delfina Bernal y Eduardo Hernández (n. 1954). Sin mantener un estilo o medio definido, Herazo se destacó por ser artista polifacético y uno de los primeros en realizar performance en el país junto con María Evelia Marmolejo (n. 1958) y Rosemberg Sandoval (n. 1959).