En este ensayo de catálogo de 1997, el curador cubano-mexicano Osvaldo Sánchez trata de describir a la emergente generación de artistas mexicanos, grupo que se incorporó a los medios artísticos tras la irrupción del neo-mexicanismo en los años ochenta. Sánchez encuadra a esta generación dentro del contexto “del prolongado declive de la modernidad”. En su opinión, los debates artísticos que se dan en los países poscoloniales permanecen atrapados en un planteamiento binario de falsos opuestos: entre la estética nacionalista y el posmodernismo de imitación internacional; entre el populismo de estado y las fuerzas globales del capitalismo. Según Sánchez, la generación de artistas mexicanos más joven emplea de forma productiva las tensiones resultantes de esas dicotomías con el fin de involucrarse en un “autoanálisis sociocultural” crítico, al presentar “miradas irónicas no jerarquizadas del patrimonio cultural del país”. La nueva generación, impulsada por los artistas inmigrantes y mexicanos formados en el extranjero, rechazaba el tipo de pintura preferida del neo-mexicanismo. En lugar de ello, adoptaron un método más conceptual, usando objetos esculturales e instalaciones como medios de expresión esenciales. Por último, Sánchez comenta brevemente sobre la obra de Boris Viskin, Yishai Jusidman, Silvia Gruner, Melanie Smith, Gerardo Suter, Carlos Arias, Néstor Quiñones, Betsabeé Romero, Diego Toledo, Carlos Aguirre y Marco Arce, entre otros.