Francisco Bittencourt fue un crítico particularmente atento y actuante en la escena artística de Río de Janeiro entre fines de los sesenta y principios de los setenta. El cierne de su trabajo crítico se da en un momento crucial; aquel donde algunos intelectuales, a pesar de la censura federal, tratan de restituir el debate crítico en ese momento álgido de la vida política brasileña después del decreto dictatorial del Acto Institucional núm. 5 que revocaba todas las garantías civiles.
Siendo artista autodidacta, Rubem Valentim (1922-91) participó intensamente en el movimiento de renovación que surge en el estado de Bahía en la década de los cuarenta, donde también había habido una Conjuração Baiana (1798). Recibió una beca para hacer un viaje por Europa (1962), donde estudió el arte africano, que después fortaleció participando del Primer Festival Mundial de Arte Negro en Dakar (Senegal) en 1966. Fue profesor de la Universidad de Brasilia en esa década, al mismo tiempo que unía en su obra un repertorio de cuño constructivista con un imaginario, muy propio, que proviene de la cultura afrobrasileña. El crítico de arte Mário Pedrosa escribe al respecto en Catálogo da exposição de Rubem Valentim (Río de Janeiro: Galería Bonino, 1967).
Inspirado en el tema libertario de la Inconfidência Mineira (Conspiración de Minas Gerais), Valentim lanza irónicamente su “Manifesto ainda que tardio” [doc. no. 1110438], que subraya su gran conciencia de la complejidad cultural que abarca el Brasil.
Nota acerca del carácter incompleto de este documento: la página 45 se extravió.