El documento reúne un conjunto de testimonios del artista brasileño Rubem Valentim (1922–91) sobre su trayectoria de dos décadas entre los años cincuenta y setenta. Enfatiza su propósito de transponer la cultura popular a un lenguaje plástico contemporáneo. El aspecto singular de su obra reside en el hecho de haber sintetizado algunos signos de religiones africanas (como las del candomblé en el noreste brasileño) para aplicarlos a la tradición constructiva moderna. Crea ciertos emblemas geométricos emanados de los símbolos mencionados de la tradición africana directa (candomblé yoruba o angolano) o de sus simbiosis con el catolicismo (del tipo umbanda o macumba).
El título “Manifesto ainda que tardio” es una ironía de Valentim con la que subraya su gran conciencia de la complejidad cultural que abarca el Brasil, al fusionar con plena libertad dos fuentes medulares: la occidental y la africana. La frase “Libertas Quæ Será Tamen” [Libertad, aunque venga tarde] fue uno de los motivos libertarios de la Inconfidência Mineira [Conspiración Minera] (1789) y hoy es el lema de la bandera del estado de Minas Gerais.
Siendo artista autodidacta, Valentim participó intensamente en ese movimiento de renovación que surge en el estado de Bahía, donde también había habido una Conjuração Baiana (1798). Recibió una beca para hacer un viaje por Europa (1962), donde estudió el arte africano, que después fortaleció participando del Primer festival Mundial de Arte Negro en Dakar (Senegal) en 1966. El crítico de arte Mário Pedrosa escribe al respecto en Catálogo da exposição de Rubem Valentim (Río de Janeiro: Galería Bonino, 1967).