Carlos Scarinci enfoca su texto en las primeras experiencias habidas con grabado en el estado de Rio Grande do Sul, destacando, incluso a nivel nacional, el notable pionerismo gráfico de Pedro Weingärtner. De hecho, las aguafuertes iniciales de Weingärtner datan de 1909 y, dicho sea de paso, su desarrollo artístico del grabado parte de su aprendizaje de la litografía que le brindan sus propios hermanos: Inácio y Jacob, profesionales litógrafos con una empresa comercial del ramo en la ciudad de Porto Alegre. En esa época, no se le daba ningún valor artístico a la litografía, y era sólo considerada como mera reproducción. Los grabados en metal de Weingärtner (casi siempre basados en temas regionales) fueron hechos en Roma (Italia) partiendo de los estudios previamente elaborados en su estado natal. Scarinci identifica influencias del grabado en la pintura del artista, de cuño minucioso y realista siempre. El autor observa que la demanda de las empresas litográficas en Porto Alegre, por buenos dibujantes, llevaron hasta Rio Grande do Sul a muchos artistas (varios de ellos oriundos de Alemania). Esto puede constatarse en revistas ilustradas (tales como Máscara, Madrugada y Revista do Globo, entre las más relevantes), las cuales surgieron a partir de la década de 1910. Esto, sin duda, garantiza la madurez de las artes gráficas en la región sur del Brasil en los años veinte y treinta, a partir de la expansión, producción y crecimiento de la Livraria do Globo.