Prefacio de Eduardo Menezes con que se presenta el libro Xilógrafos de Juazeiro, cuyo enfoque implica el grabado en madera que se usa de modo popular en la zona noreste del Brasil, volcándose, sobre todo, en lo que representa la tensión entre cultura dominante y culturas subalternas. De manera escueta, el autor señala aquellos problemas de entendimiento y de circulación en juego en el cierne del denominado “arte subalterno”, por un lado frente al medio erudito y, por el otro, debido a la carencia de estudios competentes sobre dicho asunto. En un breve esbozo histórico sobre cómo surgieron tales grabadores sobre madera —basado en estudios del historiador del estado de Paraíba, Horácio de Almeida—, Menezes reitera el surgimiento del xilograbado durante la década de los veinte, desarrollada en manos de artesanos; esto es, los llamados “santeros” y hacedores de ex votos, amén de los talladores de “carrancas” [mascarones de proa] de barcazas y, sin faltar, los propios poetas de la “literatura de cordel”. En otras palabras, aquella producción regional de mitos y leyendas regionales de bandoleros y hechos sobrenaturales que se imprimen en ediciones de unas cuantas hojas y se exponen en el mercado público para venta, colgantes de una cuerda, teniendo en vista siempre portada y contraportada casi siempre grabadas en madera.