Mário Pedrosa relaciona la obra del pintor de Bahía Rubem Valentim al histórico brasileño. Al afirmar el cuño “antropófago” de su producción coteja su obra con dos modelos paradigmáticos de ese enfoque: Tarsila do Amaral y Alfredo Volpi. A juicio del autor, el arte brasileño sintetiza valores locales y universales, el primitivismo y la contemporaneidad. La obra de Valentim acerca signos de religiones africanas a la tradición constructiva del arte moderno.
[Sobre el tema, véanse los siguientes textos en el archivo digital ICAA: de Oswald de Andrade, “Manifesto Antropófago” (doc. no. 771303 ); de Oswaldo Costa, “A ‘descida’ antropophaga” (doc. no. 784397); y de Plínio Salgado, “A língua tupy” (doc. no. 784419)].
El intelectual y político Mário Pedrosa (1900–81) es, sin lugar a dudas, el teórico y crítico vertebral del arte brasileño en el siglo XX. Fue inicialmente redactor de política internacional para el Diário da Noite, afiliándose desde la década de 1920 al PCB (Partido Comunista Brasileño). Estuvo preso en 1932 por su militancia política (entonces trotskista). Durante el Estado Novo getulista, vive el exilio en Francia y Nueva York, y sólo regresa al Brasil en la posguerra, colaborando en el Correio da Manhã. Su antiestalinismo lo lleva a fundar el semanario Vanguarda Socialista. Presenta una tesis de docencia en estética, “Da natureza afetiva da forma na obra de arte” (1949), en la Faculdade de Arquitetura (Río), donde coloca todo su bagaje filosófico y de sicología de la Gestalt, siendo en esa época uno de los fundadores de la AICA (1948) y organizador del Congreso Internacional de Críticos de Arte (Brasilia, 1959). Escribe la columna de crítica de arte en Tribuna da Imprensa (1950–54) y, en esa década, es miembro organizador de la II y III bienales de São Paulo (1953 y 1955), pasando a dirigir el MAM-SP (1961–63). Es secretario del Consejo Nacional de Cultura en el breve gobierno de Jânio Quadros. Durante la dictadura militar se refugia en Chile y pasa a dirigir en Santiago el Museo de la Solidaridad; tras el golpe de Pinochet (1973) parte a La Habana como secretario del Museo de la Resistencia Salvador Allende. Sólo regresa al Brasil en 1977 (durante los inicios de la Amnistía) y es el primero en firmar el manifiesto de creación del PT (Partido dos Trabalhadores, 1980). Su vastísima biblioteca (8 mil volúmenes) está parcialmente accesible en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.