Balance de la obra del pintor peruano Sérvulo Gutiérrez, realizado por el crítico peruano de arte Juan Acha, a propósito de su fallecimiento en Lima.
Aunque educado profesionalmente como ingeniero químico, en su madurez Juan Acha (1916-95) adquirió una impresionante formación en teoría e historia del arte, convirtiéndose en el principal crítico actuante en el Perú desde finales de la década de cincuenta hasta 1971, año en el que se radica definitivamente en la Ciudad de México, tras una breve estadía en los Estados Unidos. Su labor reflexiva desde esa ciudad lo convertiría pronto en referente fundamental para la teoría social del arte y los nuevos conceptos en torno a los llamados no-objetualismos.
Entre octubre y noviembre de 1961, el IAC realizó en Lima una exposición homenaje al pintor Sérvulo Gutiérrez. La muestra respondía a la sostenida labor del IAC por dinamizar y promover el arte moderno en el país. Constituía además la segunda retrospectiva albergada en esta institución (la primera dedicada al indigenista independiente Mario Urteaga). La muestra se explicaba tanto por el reciente fallecimiento de Gutiérrez como por el papel destacado que su obra tuvo en el medio artístico a mediados del siglo veinte en el Perú; sobre todo en lo referente a su apuesta por una figuración moderna. Sin embargo, su tenaz rechazo a la abstracción careció de una formulación programática que diera protagonismo a sus intervenciones en las polémicas locales sobre el tema durante la década de los cincuenta. La muestra del IAC propició el balance de su trayectoria, en un contexto donde la abstracción era ya la lingua franca de la vanguardia atisbada en el país. Desde esta perspectiva, el prólogo al catálogo, escrito por Acha, hizo un balance ponderado de su propuesta, interpretado por algunos como contrario a Gutiérrez. Siendo consecuente con su “fe vanguardista”, Acha negó a la obra de este pintor la calidad de “creación artística”, encajando ese valor sólo bajo parámetros de la vanguardia internacional. Lo principal de su crítica apuntó a que el pintor carecía de la “mínima dosis mental” —pese a llegar a los límites de la figuración— para llegar a la abstracción. Uno de sus detractores, el escritor Juan Ríos, denunció el tono negativo del prólogo (tratándose de una exposición homenaje).
[Consúltense también los artículos de Juan Acha sobre este tema en el archivo digital ICAA: “La pintura de Sérvulo” (doc. no. 1107534); “Polémica sobre el homenaje a Sérvulo” (doc. no. 1107551); “Polémica sobre el homenaje a Sérvulo: Juan Acha responde a Juan Ríos” (doc. no. 1107568)].