En el contexto de los escritos sobre arte colombiano cuyo tema es la violencia reinante en el país (véase “Gráfica testimonial en Colombia”, doc. no. 1092323 y “El arte de la violencia: nunca la imaginación supera su crudelísima realidad”, doc. no. 1093642) este artículo de Margarita Malagón-Kurka (n. 1965) es único y novedoso, en la medida en que analiza los cambios que se perciben en las obras de acuerdo con las intenciones de los artistas. Estos cambios, según plantea la autora, obedecen a diferencias en la percepción de la condición humana, a redefiniciones en las dinámicas de la violencia y, en el fondo, a nuevas propuestas de la actividad artística.
Dos conceptos son fundamentales en su planteamiento: la neo-figuración y la indexicalidad. El primero pertenece a la segunda mitad del siglo XX y se refiere al retorno del objeto representado, haciéndose énfasis en la expresividad en la obra de arte y colocándose en contraposición al de tipo arte abstracto. El segundo, la indexicalidad —propuesto por la teórica y crítica de arte Rosalind Krauss a finales de los años setenta—, denota la presencia de un lenguaje evocativo e indicativo en las obras; el cual invita al espectador a indagar por el referente original que, en el caso colombiano, alude a acciones y comportamientos humanos.
María Margarita Malagón-Kurka estudió filosofía en la Universidad Javeriana y es doctora en Historia del Arte de la University of Texas (Austin). Entre sus textos publicados se encuentran: La imagen necesaria en Luis Caballero, Gusto y gesto en la obra de Beatriz González, Ensayos sobre dos artistas colombianos contemporáneos: Luis Caballero y Óscar Muñoz, y Doris Salcedo, irresolución como posibilidad.