El contacto que el joven pintor Fernando Botero (n. 1932) había tenido entonces con Picasso, tanto como el muralismo mexicano y otros movimientos modernos, fue mediante conversaciones de café con sus amigos de mayor edad y en libros de divulgación, tales como los del escritor argentino Julio E. Payró (1899?1971). El artículo revela las variadas y desordenadas inquietudes intelectuales del pintor adolescente, antes de que el temprano brillo del prodigio juvenil se hiciera presente. Los efectos que causó la publicación no serían ajenos a la decisión, poco tiempo después, de dedicarse de lleno a la pintura.
A los 17 años, Botero ya colaboraba con ilustraciones para el suplemento dominical del periódico El Colombiano, distribuido en su ciudad natal. Sobre ellas, el periodista José Mejía y Mejía observó “frescura, renovación y capacidad creadora” (José Mejía y Mejía, “Artista nuevo”, El Colombiano, Medellín, 24 de abril de 1949). En la época del artículo sobre Picasso y el cubismo publicado en el mismo periódico, el precoz e inquieto joven cursaba estudios de bachillerato en el colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana. Para las directivas de la institución, se trató de una falta grave debido a las ideas “revolucionarias” que Botero expresaba, haciendo superficiales referencias al comunismo. Por dicho motivo, él y otros compañeros fueron expulsados del plantel.