El señalamiento que hace el crítico e historiador de arte colombiano Álvaro Medina (nac. 1942) en este artículo, además de circular por la radio nacional, apareció en varios periódicos colombianos (Vanguardia Liberal y El Diario del Caribe) y suscitó polémica en el medio artístico del país por tildar a Feliza Bursztyn (1933–82) de copiar la idea y la forma de la obra de una artista norteamericana. Siembra la duda sobre la honestidad de la obra de la escultora colombiana con varios premios en su haber en la época. Se dieron otras respuestas a este artículo [véase “Análisis de la Obra de Feliza Bursztyn”, doc. no. 868498] con diversas actitudes. Pero el contrapunto más enérgico se dio entre Medina y Marta Traba (1923–83) [véase “Bursztyn por encima de toda sospecha”, doc. no. 1075979]. Este artículo, así como las posteriores repuestas de Traba, se transforma en una desafortunada polémica infantil que no permite penetrar en conceptos como la copia, la originalidad, la apropiación, entre todos los posibles que podrían enriquecer una conversación sobre arte iniciada por un alegato llano.
Llama la atención que Medina reclame originalidad en la década de los setenta cuando en la literatura —por ejemplo en la obra de Jorge Luis Borges (1899–1986)— y en el arte —tanto con la fotografía como con las obras de Marcel Duchamp (1887–1968) y las de Andy Warhol (1928–87), por mencionar los más conocidos— se cuestionó, descentró y puso en jaque la creencia de la unicidad productora. O sea, el aura mágica que rodea la creación como un don especial otorgado por las musas olímpicas. Medina no argumenta sino acusa; así, invoca un ataque fácil que se traduce en polémica. Quien invoca esta forma retórica de la controversia, a juicio del filósofo, sociólogo e historiador francés Michel Foucault (1926–84), actúa “encasillado en privilegios que posee desde el comienzo y nunca accederá a cuestionarlos. Como principio, él tiene los derechos que lo autorizan a declarar la guerra y a hacer de esa lucha una causa justa; a la persona que confronta no es un compañero en busca de la verdad, sino un adversario, un enemigo que está mal, que es dañino y que constituye una amenaza”.