Según comenta Álvaro Barrios (nac. 1945) en 1968 y luego de un viaje a Italia, le planteó a Marta Traba (1923–1983) —entonces directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá— la realización de una muestra con obras in situ. El 10 de diciembre se inauguró la exposición bajo el título de Espacios Ambientales, nombre con el cual se denominaba en la época lo que hoy se denomina “instalación”. Santiago Cárdenas (nac. 1937) realizó una trampantojo sobre la pared; a su vez, Ana Mercedes Hoyos (nac.1942), premiada en la exposición, construyó una especie de laberinto bajo el título de Blanco sobre blanco sobre blanco; Bernardo Salcedo (1939–2007), en un gesto de tipo duchampiano, señaló un orinal como su obra; Feliza Bursztyn (1933–1982) exhibió Histéricas;Álvaro Barrios recreó un espacio con luces intermitentes; y, finalmente, Víctor Celso Muñoz, un maestro de obra, trasladó al museo una maqueta enorme de ciudad: Bogotá, una ciudad en marcha para el beneficio de todo el país.
Tanto Traba como Barrios sabían de antemano la dificultad de asimilación que el público tendría al enfrentarse ante aquellas obras. Y no sólo el público general, sino también aquellos que, se supone, habían estado cerca de los cambios del arte moderno —ya sean artistas, críticos o bien público especializado. Con esta exposición, Traba pretendía demostrar que la relación obra-espectador ha ido cambiando; más aún, espera que “los espectadores, indignados o divertidos, pregunten su eterno ‘qué es esto’, pidiendo que se les defina, como en el ABC, ‘esto es una pintura’, ‘esto es una escultura’, ‘esto es una vaca’, ‘esto es una mariposa’”.
En ese sentido, la provocación de Traba no bastó con la sola organización y apertura de la muestra, sino que, además, la publicación de este artículo (cinco días después de la inauguración) estaba dirigida a desafiar a los espectadores neófitos, apenas iniciados. En efecto, dos estudiantes de la Universidad Nacional (en cuyo campus funcionaba el MAM de Bogotá), entraron violentamente en el edificio, dañaron dos obras y dejaron panfletos en los que exigían un arte para el pueblo. De hecho, un suceso que probablemente sorprendió a todos, menos a Marta Traba. Para complementar este artículo, véase “Reflexionando después de las batallas”, [doc. no. 868555].