Ensayo curatorial del crítico Luis Ángel Duque para el catálogo de la muestra Los Ochenta. Panorama de las artes visuales en Venezuela (Caracas: Galería de Arte Nacional, 1990). Dividido en cinco partes, Duque intenta agrupar a un cuantioso número de artistas de acuerdo a lenguajes y técnicas que, a su juicio, tipifican esta década: (1) Predominio de la pintura como medio en diferentes tópicos;  (2) Fortalecimiento de las formas libres en el arte tridimensional con sus vertientes mayores; (3) Se cultivaron libros de artistas de ejemplar único; (4)Vuelta de los “pintores viajeros” que realizaron vigorosas versiones de nuestro país; (5) Vigencia de los artistas mayores en el dominio de las escalas. Más aún, Duque ofrece definiciones de las nuevas formas de expresión surgidas en los ochenta: la “instalación” o el “video-arte”. Son señalados, asimismo, los movimientos o artistas norteamericanos y europeos que, en su opinión, han influido o permiten establecer ciertas analogías, con obras producidas en Venezuela.

El libro Los Ochenta. Panorama de las artes visuales en Venezuela (Caracas: GAN, 1990) fue publicado con motivo de la exposición del mismo nombre, realizada en la Galería de Arte Nacional en diciembre de 1990. Contiene cuatro ensayos: el primero “La década impensable”, es de Luis Enrique Pérez Oramas; se refiere los años ochenta en el mundo occidental en un sentido amplio y humanístico, donde el tema de la plástica en Venezuela es tocado sólo tangencialmente. El segundo es el presente ensayo. El tercero es de Mariana Figarella: “Los ochenta. Panorama de una década”, y el cuarto, “Sobre la crítica de arte en Venezuela” corresponde a Juan Carlos Palanzuela. El libro contiene una cronología de los ochenta.

Para la historia del arte venezolano, el ensayo de Luis Ángel Duque cobra importancia al aportar información bastante exhaustiva sobre tendencias y lenguajes predominantes en esa época; así como un registro de artistas emergentes y consolidados durante la década. Como documento, el ensayo de Duque posee valor informativo y didáctico. Sin embargo, desde el punto de vista analítico y crítico, es superficial; el historiador intenta dar el panorama del arte en la Venezuela de los ochenta, exponiendo su conocimiento del arte contemporáneo norteamericano y europeo. Tal información es de gran interés, válida en ciertos casos para comprender la gran resonancia que tuvo la idea de “transvanguardia” (Achille Bonito Oliva), en el resurgimiento de la pintura —por los intereses que sean, mercantiles sobre todo—, hasta el punto de convertirse en el género que identifica la década. Sin embargo, las asociaciones planteadas para cada artista venezolano en cotejo con uno extranjero llegan a ser desmedidas. Transmiten la idea de escasa originalidad en las propuestas venezolanas donde todos marchan tras la huella de un movimiento o bien influenciados por un artista extranjero.

Tanto el libro como la exposición fueron objeto de polémica. Hubo varios artículos de prensa; entre otros, ya sea del historiador de arte y columnista Juan Carlos Palenzuela como del artista Carlos Zerpa [consúltese “80: Una versión disparatada” en el archivo digital ICAA (doc. no. 1051973)]; amén de entrevistas a personalidades de la cultura. Todas en torno al asunto básico de hasta dónde, verdaderamente, opera esa dependencia o copia, esa imposibilidad de ser originales o ser parte de una respuesta involuntaria a una época.