La periodista Margarita D'Amico presenta al artista venezolano Roberto Obregón, pidiéndole que ofrezca una reflexión sobre sus series: Crónicas de flores y Disecciones de rosas. Obregón señala que su interés por “las crónicas” surge a inicios de los setenta cuando realiza una serie de ejercicios experimentales: utilizando la fotografía como medio y su propio cuerpo como objeto. Habla de influencias y puntualiza que su trabajo actual es producto de la madurez individual, aunque no es definitivo; añade que no pretende hacer arte de vanguardia, oponiéndose, de modo ostensivo, a ser clasificado en alguna tendencia. Concluye que, en su opinión, de su forma de replantear este género de la historia del arte (las flores) no conoce antecedentes, “pues nadie muestra flores ni desarmadas ni muertas”.

En este documento, la periodista Margarita D'Amico limita su crítica a una breve presentación del artista Roberto Obregón. El resto es la propia reflexión del artista, en primera persona, sobre su obra de la década de setenta. Es un documento esclarecedor y preciso, pues se produce en  1978, cuando el lenguaje del artista se consolida ya como una de las propuestas más originales del arte contemporáneo venezolano.

El documento nos ubica en los años del auge del conceptualismo en Venezuela, tendencia en la que suele ubicarse a Obregón como uno de los destacables. En este sentido, es de interés este texto; constituye un testimonio de primera fuente donde Obregón reitera su negativa a ser clasificado dentro de alguna tendencia del arte. Desde 1967, el joven artista manifiesta ya este rechazo en escrito clave referido a su obra temprana (Roberto Obregón. 20 pinturas (Caracas: Galería XX2, 1967), época de su pintura figurativa, expresión de una incisiva crítica a los valores morales de la sociedad contemporánea, que la crítica consideró dentro de la Nueva Figuración.

Si bien, para 1978, la obra de Obregón se había desarrollado profundamente en virtud de nuevos intereses, sus ideas principales sobre la función del arte y su manera propia de abordarlo se mantienen con firmeza. Diez años después, afirma todavía que considera su trabajo actual no definitivo, aunque ahora sea producto de su madurez como individuo. En cuanto al hecho de ser considerado dentro de alguna tendencia, en 1978 es más radical al decir: “Es más, me opongo a cualquier intento de clasificación en lo que soy y en lo que hago, hasta el punto que evito calificar mi trabajo como arte”. 

En otro aspecto importante, la información que aporta el artista sobre los pasos que le llevaron  a la realización de las “Crónicas de flores” y las “Disecciones de rosas”, contiene la cronología de tales pasos; desde 1970, año en que rompe con la pintura de caballete y redescubre la fotografía; 1972, cuando realiza ejercicios de cuño personal; 1974, expone las primeras crónicas de flores.

[Para un texto del propio Obregón sobre su trayectoria (sin título) [Creo plenamente en la figuración…] del catálogo: Roberto Obregón: 20 pinturas, consúltese el archivo digital ICAA (doc. no. 1063124)].