Comentario del crítico, pintor y diplomático peruano Raúl María Pereira sobre el I Salón Municipal de Pintura de Lima.
En 1943, tras un largo período de casi inexistente apoyo gubernamental, la organización del I Salón Municipal de Lima surgió como un intento de promoción oficial a las artes. A pesar de ello, gran número de artistas se abstuvo de participar debido al gusto (predominantemente conservador) de un jurado que incluía a Enrique Domingo Barreda (1879–1944), un influyente pintor académico. Aunque el propio Barreda dio inicio a la reflexión crítica sobre el Salón con un ataque abierto al indigenismo (entonces imperante en el Perú), pronto los cuestionamientos se trasladaron a los criterios académicos de premiación. [Véase en el archivo digital ICAA el artículo de Barreda “Sobre el arte en el Perú: necesidad y obligación” (doc. no. 1289889)]. Impulsores del modernismo artístico como Juan Ríos [“El primer Salón Municipal” (doc. no. 1289952)] y Raúl María Pereira criticaron el triunfo del estilo “fotográfico” de José Gutiérrez Infantas (1897–1997), cuya defensa fue asumida por la intelectual conservadora Mercedes Gallagher de Parks [“Verano limeño y arte” (doc. no. 1289858)]. La réplica de Pereira procuró opacar la legitimación desplegada por un academicismo actual trascendente, que pretendía plantear, de forma tácita, un nexo ineludible entre arte y modernidad. De esa forma paradójica, el sesgo academicista impuesto por el certamen puso más bien de relieve el repliegue final de esa tendencia en la escena peruana, luego del papel menor (pero todavía relevante) mantenido por sus críticos y artistas durante la década anterior. Este avance modernista influyó notoriamente, también, en la pérdida de apoyos oficiales para el indigenismo pictórico, cuyo fundador, José Sabogal (1888–1956), fue al poco tiempo destituido de la dirección de la Escuela Nacional de Bellas Artes.