Esta corta nota de prensa aclara la posición que ocupaba el artista Bernardo Salcedo (1939–2007) en el arte en Colombia, a sólo tres años de haber comenzado su carrera artística. Su exposición en la Galería UD se anuncia como la iniciación del año cultural en el país y reclama atención hacia un artista que, a los 27 años, ya era el protagonista de grandes revoluciones en el arte colombiano. No sólo por su obra si no por el riesgo de sus opiniones, motivo que lo convirtió, desde el inicio de su carrera, en un artista intensamente entrevistado y referenciado. En 1964, siendo aún estudiante de arquitectura, Salcedo había sido uno de los artistas participantes en el Salón Intercol de Arte Joven (Bogotá) con obras que generaron, por primera vez en el país, una reacción hacia lo que se consideraba arte pop (collages efectuados a partir de recortes de ilustraciones y logos). En 1965, estimulado por el arquitecto español residente en Colombia, Fernando Martínez Sanabria (1925–91) y por la crítica de arte argentina, radicada inicialmente en Bogotá, Marta Traba (1923–83), Salcedo comenzó a exponer con los jóvenes artistas de Colombia. Eran construcciones de carácter escultórico que inmediatamente se interpretaron como manifestaciones del pop, del surrealismo y del dadaísmo en el arte del país. En 1966, además de haber expuesto por primera vez en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, Salcedo protagonizó la polémica que dislocó la definición tradicional de la pintura en Colombia hacia un territorio extensivo. Fue cuando, en el Premio de Pintura Dante Alighieri, organizado por la Embajada de Italia en diferentes países, Salcedo ganó el primer lugar con una construcción en caja denominada Lo que Dante nunca supo, Beatriz amaba el control de la natalidad. Ante la controversia desatada en torno a la decisión, Salcedo buscó apoyo legal del abogado Belisario Betancur (nac. 1923), quien posteriormente fue presidente de Colombia (1982–86).