El marchand italiano Luigi Marrozzini relata sus inicios como director de la Galería Colibrí, en el Viejo San Juan, al crítico puertorriqueño de arte Ernesto Ruiz de la Mata, comentándole sus razones para establecer una oficina privada. Marrozzini sostiene que la galería destacaba el carácter educativo y, eventualmente, las personas vieron en ella una organización sin fines de lucro, dedicada a fomentar el arte y la cultura. Menciona que el mudarse a un local más amplio en la Calle del Cristo (Viejo San Juan) le permitió acomodar la oficina, el taller, el almacén y el espacio de exhibición en un mismo lugar, aunque ahora se destine a una oficina privada, la cual recibirá visitas de coleccionistas bajo cita previa. Marrozzini se identifica en la entrevista como hombre de negocios, afirmando conclusivamente que el mejor negocio es aquel donde todos los involucrados hacen dinero. En su caso, fungiendo como intermediario entre el artista y el coleccionista, su trabajo implica que todos, al unísono, se beneficien tanto en lo económico como en lo financiero.

Luigi Marrozzini (Roma, Italia 1933–San Juan, PR, 1997) es el fundador, en 1962, de la Galería Colibrí, en estrecha colaboración con el Instituto de Cultura Puertorriqueña. A su vez, Marrozzini fue colaborador de la Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano desde sus inicios en 1970 hasta 1979. En 1979 estableció la Galería Luigi Marrozzini, en el viejo San Juan.Ernesto Ruiz de la Mata (San Juan, 1935–2008) ejerció la crítica de arte en la revista San Juan Review de 1965 a 1966, y en los periódicos The San Juan Star, El Mundo y El Reportero. Hizo sus estudios en la Universidad de Puerto Rico y luego obtuvo una maestría en Historia del Arte de Harvard University. Fue discípulo del pintor español Eugenio Fernández Granell y miembro del grupo surrealista puertorriqueño El Mirador Azul. Fungió de jurado en varias bienales, tales como la Bienal Internacional de Arte de Menton, Francia; la Bienal Internacional de Artes Gráficas de Yugoslavia; y consultor de la Bienal de São Paulo. En 1973 fue nombrado ayudante especial a cargo de asuntos culturales del recién electo Comisionado Residente en Washington, DC, Jaime Benítez, cargo que ocupó hasta el 1977. Ejerciendo dicha función, participó activamente en la vida cultural de la capital norteamericana. Al fallecer, el periódico puertorriqueño El Vocero publicó el siguiente tributo: “De la Matta deja un legado de artículos y escritos sobre el arte, y especialmente sobre el arte en Puerto Rico, que merecen ser recopilados y publicados, no sólo por su erudición, sino también, por la calidad de su estilo literario”.