Con Dulce Zipacón, el artista conceptual colombiano Antonio Caro Lopera (1950–2021) se proponía rescatar lo americano a partir de la fruta de la papayuela, nativa de los Andes. Parte él de la descripción de la factura inspirada en la fórmula de las recetas clásicas (aunque sin cantidades ni tiempos específicos) y del lenguaje, con en el que acude a expresiones castizas y locales tales como “melao”, “calar” y “sancochar”. A lo largo del tiempo, el trabajo de Caro ha estado permeado por humor con referencias políticas, sociales e históricas relacionadas, en casos como éste, con discusiones sobre identidad. En la exposición Ante América, uno de los eventos conmemorativos del descubrimiento de América, llevada a cabo en 1992, el artista presentó cuatro obras: Proyecto 500, Hágalo Usted Mismo, Homenaje a Manuel Quintín Lame y Dulce Zipacón. Esta última consistió en una acción realizada la noche de la inauguración en la cual el artista (vestido de cocinero) repartió a los asistentes dulce de papayuela y la receta impresa en volantes como éste; único registro del trabajo cuyo diseño fue hecho por Caro basándose en la forma del corte transversal de la fruta y en el color verde de la misma, cuando aún no ha madurado. A partir de los años setenta, en medio de las pocas y tardías manifestaciones que se dieron en Colombia de obras relacionadas con el arte de acción están las de María Teresa Hincapié (1954–2008) y Caro Lopera, sin duda, uno de los primeros artistas conceptuales colombianos. Empezó en 1971 (con la obra Dar para Ganar) a experimentar con trabajos que plantearan una estructura abierta donde el público de alguna manera se requiere para la ejecución, desarrollo y término de la obra. Posteriormente llevó a cabo Ven a firmar (1977, 1984), Proyecto 500 (1887–92), Hágalo Usted Mismo (1992) y los diversos Talleres de Creatividad (1996, 1997, 1998, 1999, 2001).