El discurso del senador colombiano Miguel Jiménez López (1875–1955) que recoge este documento se expuso en el contexto de la discusión sobre el proyecto de reforma de la instrucción pública del gobierno de Alfonso López Pumarejo (1886–1959).
La reacción de Jiménez López fue reafirmada posteriormente por el político colombiano Laureano Gómez (1889–1965) [véase: “El expresionismo como síntoma de pereza e inhabilidad en el arte”, doc. no. 860244], elegido Presidente de la República en 1950. Esta oposición se asocia al hecho de que, en 1930, luego de gobernar de modo hegemónico durante casi medio siglo, el Partido Conservador Colombiano fue derrotado por el Liberal en aquellas elecciones presidenciales. El giro político se corroboró, posteriormente, al ganar las elecciones presidenciales el liberal Alfonso López Pumarejo con el programa de la llamada Revolución en Marcha, plan inspirado en la experiencia mexicana de la década anterior. Bajo la administración de López Pumarejo se realizaron reformas modernizadoras que inquietaron a todos los sectores tradicionales y, específicamente en el campo de las artes, se intentó dar impulso al muralismo.
El plan ejecutado en la Revolución en Marcha comprendió el período presidencial de Alfonso López Pumarejo (1934–38), llamado así para marcar una diferencia con el de Concentración Nacional de su antecesor presidencial Enrique Olaya Herrera (1930–34). La Revolución en Marcha implicó, entre otras pautas, una serie de reformas con gran apertura hacia lo social. Entre ellas, se adicionó y reformó la Constitución Política de Colombia (implementada desde 1886); se reconoció oficialmente tanto a los sindicatos como el derecho a huelga; y se reformó la educación pública, uno de los aspectos claves de esta política de gobierno. López aumentó el presupuesto para la educación en todos los niveles, consolidando, así, la creación de la Universidad Nacional de Colombia y la construcción de la Ciudad Universitaria en Bogotá.