Esta entrevista señala un aspecto fundamental de la vida y obra de la artista colombiana Feliza Bursztyn (1933–82): la carcajada, el humor agudo y sagaz. En la mayoría de respuestas a diferentes entrevistas que se le realizaron, penetra ese aire de tensión que deja el humor. En ésta, se puede percibir esa tensión por las descripciones de Urdinola sobre una artista que ríe de todo; por eso es necesario dudar sobre la exactitud de sus respuestas, procurando no tomarlas al pie de la letra. Así, Bursztyn no se deja encerrar en cajones de preferencias políticas, ni en militancias exacerbadas respecto a cualquier otro tema. Por lo que sí luchó y fatigó hasta el momento de su muerte (en exilio en París) fue porque la gente y ella misma pudieran ejercer en libertad lo que les pareciera; en su caso, el arte. Las preguntas de esta entrevista no sólo apuntan a precisar aspectos relevantes de la obra de Bursztyn, como lo son sus ‘espacios ambientales’, sino también rescatan su actitud hacia la vida, el arte, la política y el mercado del arte. Lo que ella denomina como ‘espacios ambientales’ se puede entender como esculturas que tienen relación directa con el espacio donde están expuestas, ahora denominadas instalaciones. La escultora fue pionera en este y otros aspectos con su obra. En 1968 expuso 27 esculturas en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, en chatarra de acero inoxidable, que llamó Las Histéricas y que dispuso en varios lugares de la sala de exposición: los rincones, el techo y las paredes; cada pieza de esta serie tenía un motor de tocadiscos que la proveía de movimiento, y el sonido, causa del rozamiento entre piezas y varios focos de luz completaban el ambiente de la exhibición. En 1974, también en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, presentó otra exposición de este tipo titulada Las Camas, catres metálicos con figuras cubiertas por telas que se movían en conjunto con una composición musical de Jacqueline Nova (Gante, Bélgica, 1935 – Bogotá, 1975). En la entrevista Bursztyn recuerda la cronología de estas exposiciones que llevaron a la que presenta en el momento del artículo (1979) titulada La Baila Mecánica: un ballet de siete esculturas cinéticas cubiertas con telas; las piezas estaban situadas en una plataforma que hacía las veces de escenario, y el montaje estaba acompañado por una pieza musical de Perotino Magnus (s. XII).