Este documento de Juan Fernando Herrán (nac. 1963) hace parte de los escritos que conforman la publicación Papaver somniferum, resultado de las investigaciones de campo que inició el artista desde 1993 sobre la amapola. Es pertinente, por presentar algunos de los ejes conceptuales más importantes de la obra plástica y las investigaciones de Herrán: las estrategias de dominio y apropiación del hombre frente al espacio y la naturaleza, amén de una visión crítica y contemporánea del paisaje. Herrán acude a la planta de la amapola, de la cual se extrae el preciado látex para la heroína, para poner en evidencia el conflicto que ésta genera en Colombia: un círculo vicioso violento que va desde el cultivo y la producción hasta la lucha para erradicarla. En este texto, analiza el papel estratégico de la tecnología en las campañas aéreas de erradicación porque, gracias a la señal satelital y visores infrarrojos entre otras sofisticaciones, así es como el Estado Colombiano registra, identifica y ataca los cultivos. Sin duda, la tecnología causa efectos nefastos en los campesinos que habitan estas zonas de difícil acceso; son áreas donde tienen influencia los grupos alzados en armas y los narcotraficantes. Algunos ejemplos de interés son las fotografías de gran formato de la serie del proyecto Papaver somniferum: Tríptico judicial (1999) y la instalación de piezas escultóricas en plomo Terra Incógnita (2000–02). Durante la década de los noventa se agudizó de nuevo en el campo del arte una preocupación por mostrar los duros procesos de violencia que vivía el país: desplazamiento, desapariciones forzosas, genocidios y masacres. A diferencia del trabajo realizado en otras décadas, artistas como el propio Herrán, José Alejandro Restrepo (nac. 1959), Doris Salcedo (nac. 1958) y Óscar Muñoz (nac. 1951) desarrollaron investigaciones de campo relacionadas con tales temas e iniciaron experimentaciones con materiales y espacios que los llevaron a consolidar obras plásticas que conceptualizan dichas problemáticas.
Herrán, además de artista plástico, fue director del departamento de Artes Plásticas de la Universidad de los Andes en Bogotá (2002–04) y participó como curador en el proyecto Proyecto Pentágono: Investigaciones sobre arte contemporáneo colombiano (2000), y en el libro Wiedemann por Colombia, la mirada de un artista (2005).