Donald Kuspit, crítico de arte estadounidense, escribe en este ensayo sobre la sensualidad de las pinturas del artista cubano Mario Bencomo. Señala que las obras son tanto placenteras como melancólicas (revelando una dialéctica del deseo). A seguir, pasa a analizar obras específicas de Bencomo basadas en pinturas de Vincent Van Gogh, y destaca que Bencomo es capaz de hurtar la inquietud presente en la obra de Van Gogh mediante la aplicación de pinceladas suaves y sistemáticas. A continuación, comenta la intensa gama de colores de Bencomo y, especialmente, su uso del azul, con el cual es capaz de crear un profundo mundo “insular”, que Kuspit compara con las ideas presentes en la obra y en los escritos de Wassily Kandinsky. El autor continúa con la evaluación del trabajo de Bencomo de 1991, denominando esos cuadros como “santuarios del placer”. Luego, identifica en las obras la presencia de plantas tropicales y otras formas orgánicas, donde no aparecen señales humanas ni atisbos de industrialización. Kuspit ve en estas obras la nostalgia e, incluso, la melancolía. El autor señala también las alusiones sexuales que revelan el fértil paraíso de Bencomo. Por último, evalúa la composición de sus trabajos, tildando algunos ya sea como “sacramentales” o bien como “semejantes a los altares”, amén de otros que se centran en planos (tanto en forma geométrica como orgánica). Kuspit termina declarando que Bencomo revela en sus pinturas una naturaleza completamente interiorizada y onírica, lo que “sugiere la metamorfosis de la belleza exterior de la naturaleza en un ideal de belleza interior”.