En estos dos capítulos extraídos del libro ¿Existe América Latina?, Luis Alberto Sánchez escribe sobre la idea de “Latinoamérica” tanto en su vertiente de bloque político como en su valor cultural, defendiendo finalmente un concepto dinámico de Latinoamérica más orientado hacia un futuro visionario que a un pasado histórico o cultural. En el primer capítulo, “El Problema de la Fisonomía”, el autor considera a Latinoamérica como una entidad que siempre ha sentido las contradictorias presiones de su necesidad, por una parte, de reivindicar de forma agresiva su unidad y, por otra, de constatar la realidad de su heterogeneidad. El autor examina estas presiones desde varias posturas estratégicas y muestra, por un lado, de qué forma Latinoamérica ha resultado ser un concepto mediante el cual las potencias extranjeras han ejercido el control de la región y, por el otro, cómo ha sido una idea que ha permitido a la región sentirse y actuar con gran unidad política frente al imperialismo (que es lo ocurrido entre 1926 y 1934 cuando los países latinoamericanos apoyaron la resistencia de las guerrillas en Nicaragua). En su análisis, Sánchez compara la heterogeneidad de Latinoamérica con la de los Estados Unidos y Europa, poniendo énfasis en cómo todas las regiones están compuestas de una población mucho más heterogénea que aquella admitida por los discursos nacionalistas. El autor sostiene que, en lo cultural, la sensibilidad de Latinoamérica se puede encontrar en la calle, en la cultura de la galantería y los “piropos”, y repasa una serie de argumentos (europeos y estadounidenses) relativos a que la característica definitoria de la cultura de Latinoamérica es la de ser “eminentemente estética”. Al analizar los conceptos europeos que las culturas germánicas y latinas (francesa) tienen sobre la cultura latinoamericana, Sánchez vuelve al tema (al igual que en el resto del capítulo) de la extrema heterogeneidad religiosa y racial de nuestro continente. En el capítulo doce, “Conclusión para empezar de nuevo”, Sánchez finaliza el libro sosteniendo que la dinámica cultura latinoamericana se está acercando biológicamente a la nativa, indígena, mientras que intelectualmente se está haciendo más europea. Esta evaluación, recalca el autor, no descarta el valor de la extrema diversidad presente en las ciudades latinoamericanas. Finalmente, y tras advertir en contra de los conceptos que busquen situar la cultura latinoamericana en un pasado indígena y estático, Sánchez afirma encontrar en Latinoamérica una cultura redentora para un mundo en crisis, y emplaza a sus lectores a realizar ese potencial.