El periodista y diplomático venezolano César Zumeta (1863-1955) proclama un determinismo de tipo geográfico, según el cual los países intertropicales (del sur) deben aprovechar sus particularidades agrícolas y no pretender los modelos desarrollados por el septentrión. Su postura quizá fue una de las primeras en Latinoamérica en advertir el peligro del expansionismo estadounidense, al mismo tiempo que hace una invitación temprana a que se contraponga un modelo propio. La importancia de texto de Zumeta supera el ámbito venezolano, pues anuncia —desde los mismos Estados Unidos— el peligro de una situación identificada por el afán de expansión de una nueva potencia hacia su “patio posterior”. Sin embargo, esa alarma sólo pudo manifestarse de alguna manera en las artes plásticas venezolanas tardíamente al inicio del período democrático de 1958, bajo el gobierno de Rómulo Betancourt. De hecho, durante buena parte del siglo XX, Venezuela estuvo bajo regímenes militares alimentados por la explotación petrolera a cargo de compañías extranjeras, en su mayoría estadounidenses. En la década del sesenta repercuten ese tipo de preocupaciones político-ideológicas en el arte. Ejemplo de ello fueron los movimientos de vanguardias abstractos (informalistas) como el El Techo de la Ballena, o bien en torno a la nueva figuración, como Pez Dorado. Estos acogieron obras y manifiestos que dejaron entrever un rechazo agresivo contra esa situación de dependencia.El folleto que incluye el texto de Zumeta, publicado sin pie de imprenta, fue reeditado en 1961 junto a otros artículos, discursos y cartas, por la Secretaría General de la Presidencia de la República, con prólogo y notas de Rafael Ángel Insausti. En la reedición, el prologuista incorporó dos correcciones estilísticas hechas por el autor venezolano sobre el folleto original conservado en su propio archivo. Por carta dirigida a César Zumeta por el ensayista uruguayo José Enrique Rodó, y publicada en El Cojo Ilustrado en 1900, el mismo año de Ariel, trasparece el interés despertado en el ensayista uruguayo por la posición crítica de Zumeta. Tanto es así que se compromete a enviarle su hoy clásico volumen, Ariel.