En este ensayo bilingüe, David R. White, director y productor ejecutivo de Dance Theater Workshop [Taller de Baile Teatral], explica el origen del sincretismo de los géneros estéticos de Pepón Osorio a través de sus colaboraciones con artistas ya sea de performance o bien bailarines. White cuenta que, en 1978, Osorio conoció a la coreógrafa y compatriota puertorriqueña Merián Soto, quien a partir de entonces se convirtió en su principal colaboradora; y posteriormente, a inicios de los ochenta, Patti Bradshaw, artista de baile independiente, se unió a la pareja para formar el colectivo Pepatian. Estos proyectos en colaboración iluminan los objetivos de los artistas que pretenden concebir un marco que pudiera abarcar su cultura, al mismo tiempo que la liberarla. En cuanto a la estética personal de Osorio, White considera su tendencia a “hurgar y rescatar” como el lema del estilo arqueológico insólito del artista puertorriqueño, para quien “ningún objeto, ornamento o trozo de vida deja de ser irrelevante o intrascendente en la excavación del cotidiano”. El autor establece un pertinente paralelismo entre los objetivos de su metodología artística y el concepto puertorriqueño de “rescatadores de terreno”, noción basada en la estrategia tanto de apropiación de espacios públicos como de fomento comunitario puesto en práctica en la década de sesenta por un grupo diversificado y formado ex profeso, de activistas políticos, artistas y gente común y corriente sin ningún interés en participar en las negociatas de agentes y organismos oficiales de bienes raíces e inmobiliarios. Esta idea del rescate, con el fin de conseguir el espacio suficiente para permitir el nivel más básico de vida diaria, apunta al significado ulterior de las obras conjuntas de Osorio. A saber: reafirmar y reivindicar la primacía de la estructura más íntima de la cultura, además de crear un continuo vital y analítico entre la Ciudad de Nueva York y Puerto Rico.