Este texto sobre Diego Rivera, escrito por el artista y poeta chicano, Carlos Cortez, se intitula “Nuestro, no suyo” [“Ours, Not Theirs”], apareció en mayo de 1986 en la revista Industrial Worker. Escribiendo bajo el pseudónimo de Koyokuikatl, Cortez hace comentarios sobre una exposición en el Detroit Institute of Art, con la cual se celebraba el centenario del nacimiento del muralista mexicano, uno de los así-llamados “tres grandes”. Aunque admite la difícil relación de Rivera con el partido comunista a lo largo de su vida, Cortez sostiene que, aún así, su arte es revolucionario por su crítica al capitalismo y su compasiva representación tanto de los pobres como de la clase trabajadora. Figura central de la comunidad artística de Chicago durante la segunda parte del siglo XX, Carlos Cortez (1923–2005) fue artista, dibujante, grabador, fotógrafo, poeta y activista político. Cortez nació en Milwaukee, Wisconsin. Su padre fue un organizador del sindicato Industrial Workers of the World y su madre, de origen alemán, fue socialista y pacifista. Cortez pasó su vida en el Medio Oeste y finalmente se mudó a Chicago en 1965. Su obra gráfica aborda asuntos relativos a los chicanos, latinos y nativo-americanos, sobre la identidad y cultura de los mexicano-americanos y latinos, amén de los derechos laborales. Este artículo aborda los temas de “Arte, activismo y cambios sociales” porque ofrece una evaluación del ciclo muralista de Detroit, de Rivera, centrada en tanto en aspectos de justicia social como en el contexto político que propició la creación de los murales.